Desplegaron telas tejidas ante mí y, de vez en cuando, yo emitía un suave sonido de aprobación, como es costumbre ante obras de arte que no llegan a conmover.
Pero de repente, mi guía desplegó una tela moteada que enmudeció de golpe mi sonido, pues no se puede rezongar y respirar profundamente al mismo tiempo. Mi respiración se amplió como si me encontrara en lo alto de un glaciar en una noche estrellada.
Contemplé en silencio la tela que la amable miembro de la Bauhaus extendía ante mis ojos con los brazos estirados. Al verme inmóvil y sin oírme murmurar más, habrá pensado que me había quedado dormido; sin embargo, yo estaba flotando en espacios nocturnos, pasaba junto a estrellas y asteroides, mientras bolas de fuego atravesaban el tejido sin detenerse, paralelas y rectilíneas. El espectáculo era una amable intromisión al universo einsteniano.
Entonces, el viaje por el infinito se convirtió en una expedición hacia el mundo de lo microscópico; parecía que los puntos fosforescentes del tejido emanaban de algún tipo de radiación, tal como lo había visto en el aparato de Wilson del profesor Regener en Stuttgart.
La tela oscura, salpicada de puntos brillantes, estaba atravesada por finos hilos resplandecientes, que cualquiera podría confundir con plata, pero que nuestros ojos de pintores saben que un verdadero hilo metálico nunca podría producir un efecto tan fuerte y sutil como lo hace un hilo gris en el entorno adecuado. Esos puntos cuidadosamente distribuidos y puestos en la proporción correcta en una tela me transportaron de manera irresistible a alguna Vía Láctea con mucha más precisión de lo que una fotografía de esa parte del universo podría hacerlo.
Si tuviera más tiempo y espacio, podría extraer de esta simple experiencia una gran cantidad de reflexiones sobre el arte.
¿Por qué sucede que ciertas representaciones que pretenden ser arte no nos afectan en absoluto, permanecen vanas y sin esencia? Porque no son más que realidad desnuda y plataforma para el pensamiento.
¿Por qué algunas obras de arte merecen su nombre y nos elevan por encima de nosotros mismos, nos hacen soñar? A veces, una tela para pantalones puede lograrlo.
Todo el debate sobre el arte figurativo, concreto o abstracto quedaría resuelto.
Nuestras ilusiones son siempre más perfectas y puras que cualquier realidad.
Etcétera.
Comments