Hoy termino con las pequeñas esculturas para el Roggevelde. La figura de la madre se me cayó dos veces. La primera vez no me afectó mucho, enseguida comencé a rehacerla y encontré una nueva versión que me parecía mejor que la anterior. La madre arrodillada, inclinada hacia adelante; las manos, en un gesto lleno de amor, colocadas debajo de la cara, una sobre la otra; la cabeza dirigida hacia el horizonte. Mira todas las tumbas, sonríe con ternura, los ama a todos. Trabajé mucho tiempo en esa pieza, por fin me pareció que podía terminarla. Antes de ayer, en el estudio, quise mover el soporte para que tuviera otra luz, se enganchó con algo, la figura cayó al suelo y todo se perdió. No estuve segura de lo que significaba: ¿vuelvo a hacer el trabajo? Sin embargo, nada me pareció tan necesario. Fuerte conmoción y depresión. Al siguiente día volví a comenzar con la escultura, ahora distinta. Es que pude reconstruirla. Poco a poco fue disminuyendo el doloroso ardor… pude trabajar. ¿Será esta nueva versión mejor que la anterior? ¿Se habrá destruido para que progrese?
“Agradécele a Dios cuando te presiona,
y agradécele cuando te vuelve a liberar...”.
Dame la libertad para poner un fin. De diarios y cartas.
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