Fragmentos del diario de Otto Modersohn
11 de marzo de 1902
Realmente estoy sorprendido por los progresos de Paula; si continúa desarrollándose de esta manera, estoy seguro de que logrará algo muy delicado en el arte. En primer lugar, es muy personal; nada convencional ni tradicional. Antes apreciaba sobre todo su juicio, pero ahora también su desempeño. Nadie la entiende. Madre, hermanos, tías, todos tienen un acuerdo silencioso: Paula no logrará nada, no la toman en serio. En Worpswede, nadie pregunta por su trabajo. Vogeler dice: “El arte de una mujer debe ser pequeño”, nunca pregunta por Paula, nunca visita el “estudio” de Brünjes. No la conoce, no la valora, la considera completamente equivocada. Está bien. Me alegro por mi Paula, que es una verdadera pintora. Pinta hoy mejor que Vogeler y Mackensen. Mi juicio no está dictado por el amor, como cree su familia. En silencio, continuará esforzándose y creciendo, algún día va a sorprender a todos. Espero con ansias eso. Ella es artística en todos los sentidos. En Paula, todo es naif, tranquilo. Tiene una disposición al colorismo y quizás aún más a las obras grandes. En esto, Paula está en un camino muy delicado, entrelazando su personalidad con la naturaleza. Es grande en la intimidad. Sus cosas parecen más importantes que algunas de las mías. Da menos, pero es íntimo y fuerte.
9 de abril de 1902
En nuestras opiniones artísticas, en el gusto, Paula y yo encajamos perfectamente. Ambos amamos lo naif, lo peculiar (nuestra casa, el estudio de Brünjes, mi estudio). Ahora está creando pequeños jardines en el jardín más grande, pequeños lugares íntimos con bancos y bolas de vidrio. El jardín de Mackensen está diseñado económicamente, urbano, con arbustos, etc. Vinnen es terrateniente, en Overbeck todo es urbano, adentro y afuera, solo Vogeler y nosotros somos diferentes. Vogeler solo es elegante y refinado con nosotros; nosotros somos más naif, íntimos y extraños. Paula y yo encajamos perfectamente en nuestras pasiones.
15 de junio de 1903.
Pintar con mi Paula es realmente maravilloso. Por la noche, nuestros bocetos descansan en el porche sobre la mesa de flores. Anoche, Paula me sorprendió con un boceto del asilo con trípode, cabra, gallinas, admirable en sus colores, gigantemente extraño en la concepción y el manejo del pincel, la superficie rugosa y en círculos. Es curioso cómo estas cosas son grandes, enormes desde el punto de vista de un pintor. Es un hecho que aquí, en Worpswede, nadie me interesa tanto como Paula. Tiene ingenio, espíritu, imaginación, un sentido magnífico del color y de la forma. Estoy lleno de esperanza. Como yo le doy lo íntimo, ella me da lo grande, lo libre, lo lapidario. La reciprocidad es maravillosa. Nuestra relación es demasiado hermosa, más hermosa de lo que jamás imaginé. Estoy verdaderamente feliz, ella es una verdadera artista, como hay pocas en el mundo, tiene algo muy raro. Nadie la conoce, nadie la valora. Eso cambiará algún día.
Fragmentos del diario de Paula Becker
París, 24 de febrero de 1906
Dejé a Otto Modersohn. Me encuentro entre mi vieja vida y mi nueva vida. ¿Cómo será la nueva vida? ¿Y cómo seré yo en la nueva vida? Qué importa, vendrá igual.
8 de marzo de 1906
El año pasado escribí: “La fuerza con la que se aprehende un objeto”, es la belleza en el arte. ¿No es también en el amor?
8 de mayo de 1906
Marées y Feuerbach. Marées, el más grande; Feuerbach hacía concesiones.
Se dice que la pintura debe representar la apariencia. En eso, Zuloaga logra algo grande. Sin embargo, la manera en que lo logra es insípida. Tiene que haber misterio.
El gran estilo de la forma también exige un gran estilo del color.
26 de mayo de 1906
Las cartas de Otto que me llegan son como una voz de la tierra y yo soy como una muerta que habita tierras bendecidas y escucha ese grito terrenal.
20 de julio de 1906
Pulgas parisinas. Son tan ágiles e ingeniosas que poder verlas es una felicidad; atrapar una es algo que debe abandonarse sin nisiquiera intentarlo.
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