“Quería” algo, muy propio de él. Dada no quiere nada, Dada crece. El expresionismo quería la interiorización [Verinnerlichung], se veía a sí mismo como una reacción contra el tiempo, mientras que el dadaísmo no es más que una expresión del mismo. Dada está en el tiempo como hijo de su época, a quien se puede insultar, pero nunca negar. Dada recibió en su gran regazo la mecanización, la esterilidad, la rigidez y la velocidad de este tiempo, después de todo, no es nada más que eso. El expresionismo no es una acción espontánea. Es el gesto de gente cansada que quiere salir de sí misma y olvidarse del tiempo, la guerra y la miseria. Para eso inventaron la “humanidad” y fueron escandalizando y cantando salmos por las calles, entre escaleras automáticas y teléfonos chillones: los expresionistas le dan la espalda a la naturaleza, son personas cansadas que no se atreven a mirar la crueldad de la época. Olvidaron cómo ser valientes. Dada es valentía en sí misma, Dada se expone al peligro de su propia muerte. Dadá se mete en las cosas. El expresionismo quiso olvidarse de sí mismo, Dadá quiere afirmarse. El expresionismo era armonioso, místico, angelical, Baaderico-Granpopedada. Dada es el ruido de los frenos y el griterío de los corredores en la bolsa de Chicago. ¡Viva Dada!
Buchwald
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