Llama la atención que el jugendstil haya fracasado en el interieur y después en la arquitectura, pero que haya encontrado, por lo general, en la calle, en forma de afiche, soluciones bastante exitosas. La aguda crítica de Behne lo confirma: “El objetivo original del jugendstil no tenía nada de ridículo. Conocía las contradicciones entre la imitación del arte renacentista y los nuevos métodos de producción técnica y por eso aspiraba a una renovación. Sin embargo, poco a poco, terminó en ridículo: creía poder solucionar formalmente –sobre el papel, en el estudio– las inmensas tensiones objetivas”. ◻ Interieur ◻ Adolf Behne: Neues Wohnen – Neues Bauen. Leipzig, 1927, p. 15. Y es que, en el caso del jugendstil, rige la ley del esfuerzo contraproducente: cualquier acción produce su opuesto. La verdadera separación de una época también contiene la estructura del despertar porque está gobernada por la astucia. Con astucia, no sin ella, es como nos separamos del ámbito de los sueños. Pero también existe una separación falsa; su signo es la violencia. Esta condenó al jugendstil, desde un principio, al fracaso. ◻Estructura onírica ◻ [G 1, 7]
Lo difícil de reflexionar sobre el habitar: por un lado, tenemos que reconocer en él lo antiquísimo –quizá eterno–, el reflejo de la estancia del ser humano en el seno materno; por otro, al margen de este motivo prehistórico, tenemos que comprenderlo, en su forma más extrema, como condición existencial del siglo xix. La forma original de todo habitar no es vivir en una casa, sino en una envoltura que lleva las huellas de su inquilino. En el caso extremo, la vivienda se convierte en envoltura. El siglo XIX, como ningún otro, era adicto al habitar. Concibió la vivienda como estuche para el ser humano, y lo metió, con todos sus accesorios, tan profundamente en este que bien podría evocar la imagen del interior de un estuche de compás, donde el instrumento y sus accesorios yacen encajados en profundos nichos de terciopelo, casi siempre de color violeta. Para qué cantidad de cosas no inventó el siglo xix envolturas: para relojes de bolsillo, pantuflas, hueveras, termómetros, naipes; y, a falta de envolturas, fundas, alfombras, manteles y forros. Con su porosidad, transparencia, su luminosidad, sus espacios despejados, el siglo xx acabó con el habitar en sentido decimonónico. En lugar de la casa de muñecas que era la vivienda del constructor Solneß, aparecen los “hogares para seres humanos”. El jugendstil conmocionó profundamente el mundo del estuche. Hoy ya no existe, y el habitar se redujo para los vivos en habitaciones de hotel; para los muertos, en crematorios. [I 4, 4]
La relación entre el interieur jugendstil y su predecesor consiste en que la burguesía encubre su coartada en la historia con una aún más remota en la historia natural (especialmente en el ámbito de las plantas). [I 7, 5]
En el jugendstil ya se despliega la tendencia burguesa a contraponer naturaleza y técnica como opuestos absolutos. Es por eso que, más adelante, en el futurismo, la técnica tiene un matiz destructivo y hostil para con la naturaleza. En el jugendstil se encontraba el germen de las fuerzas que estaban destinadas a actuar en esa dirección. En muchas de sus creaciones opera la idea de un mundo hechizado por el desarrollo técnico y, al mismo tiempo, desnaturalizado. [J 67, 6]
Walter Benjamin, El Libro de los pasajes
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