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Rainer Maria Rilke

Sonetos a Orfeo
(edición bilingüe)

2023, 128 pp.   
isbn: 
978-987-48649-8-7

Si en algún momento se sostuvo la idea de que las Elegías de Duino habían eclipsado a los Sonetos a Orfeo, que Rainer Maria Rilke escribió en febrero de 1922, después de más de 100 años de su publicación primera, podemos afirmar que fue su proyecto más audaz y, quizás, el de mayor impacto en su obra.

Los sonetos, “escritos como cenotafio” para la bailarina Wera Ouckama Knoop, constan de una serie de 55 poemas dividida en dos partes. La primera parte abre y cierra con dos sonetos que evocan directamente a los libros X y XI de las Metamorfosis de Ovidio: el canto de Orfeo tras la pérdida de su amada Eurídice y, al final, la muerte de Orfeo, despedazado por las Ménades y su reencuentro con Eurídice en el reino de las sombras. La segunda parte comienza con el soneto metapoético “Respirar, poema invisible”, que cierra el ciclo temático de la “respiración” y el “espacio”. El penúltimo soneto de esta parte se conecta –a través de los elementos “Orfeo”, “árbol”, “oír”– con el primer soneto de la primera parte y, al mismo tiempo, con el penúltimo sobre el saludo a la bailarina Wera, a quien está dedicado todo el ciclo.

Quizá lo más importante en esta obra es que, en el abordaje del mito que hace Rilke, reside también el elemento artístico-metafísico de su poética madura. Ya el primer soneto nos abre su perspectiva:

Y entonces un árbol se alza. ¡Pura elevación!

¡Orfeo está cantando! ¡Magnífico árbol en el oído!

Y todo se silencia. Pero incluso al silenciarse

surge un nuevo comienzo, señal y transformación.

 

Animales de silencio se precipitaron 

al bosque abierto, despejado de nido y guarida;

y resultó que no era astucia y no era miedo 

lo que los mantenía en silencio ensimismados,

 

sino la escucha. Aullido, bramido, chillido

parecían nimios en sus corazones. Y donde hacía poco

había apenas una guarida para recibirlo,

 

un refugio hecho del más oscuro deseo 

y un umbral cuyos pilares tiemblan,

les construiste un templo en el oído.

La “acción” que “narra” el Soneto I ocurre en un espacio lingüístico que el mismo texto crea. Esto nos revela una característica central de la mitopoesía moderna de Rilke, que la distingue categóricamente del discurso “literal”, “fáctico” del mito. Hay dos posibles lecturas que podrían resultar familiares a cualquier lector moderno: ¿no es este giro hacia el mundo del lenguaje el “giro lingüístico”, tan característico del siglo XX, que reduce toda referencia a la realidad a un acontecimiento puramente inmanente en el lenguaje (según la conocida fórmula de Wittgenstein: “Los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo”)? ¿Y no es el poema un ejemplo de la autoreferencia al proceso poético que también fue común en la literatura del siglo XX, es decir un poema sobre poesía?

Los Sonetos a Orfeo dejan en claro que, en Rilke, el discurso poético es siempre la expresión de la experiencia del mundo, nunca una acción especial, autónoma y autosuficiente, sino modelo de un comportamiento existencial. Esa es nuestra invitación con esta edición cien años después.

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